El job hopping es un fenómeno laboral que supone una rotación de puestos de trabajo permanente por parte de los empleados.
Esta práctica que, durante muchos años no estaba bien vista, ha cambiado con la visión de l@s millennials, los “nuevos adultos” que conforman la mayor parte de la población económicamente activa. Esta generación vivió la transformación de lo análogo a lo digital, aprendió a usar la tecnología y abrió las puertas de la globalización cibernética, por lo que, con el acceso a la información, pudieron conocer y aspirar a las condiciones laborales que se ofrecen en el exterior.
Esta nueva tendencia es común entre profesionistas menores de 34 años y suele ser un efecto de la falta de arraigo a la compañía, es decir, de no compartir su propósito, ni su política de retribuciones o su plan de carrera. Las empresas suelen buscar a una persona que cubra un perfil, por lo que el enfoque está en la posición y no en la persona, así que no ofrecen puestos que representen desarrollo y crecimiento para los y las millennials.
Ventajas
Las personas que se mueven constantemente de un lugar a otro en búsqueda de nuevos retos para crecer en su carrera profesional están motivadas por el aprendizaje, así que se encuentran en constante entrenamiento mental, esto les ayuda, por ejemplo, a familiarizarse rápidamente con los programas de la organización, a comprender fácilmente sus tareas y a no tener miedo de preguntar.
Algunos de estos perfiles son también autodidactas por lo que, en su afán de encontrar respuestas, desarrollan habilidades blandas como la comunicación, la planificación y la flexibilidad. Precisamente ser flexibles para adaptarse a la nueva organización o proyecto que comienzan cada dos o tres años, es lo que les permite desarrollar sus propios métodos de organización; toman las piezas de aprendizaje que han adquirido a lo largo de su carrera para implementar lo que les resulta más eficaz.
Desventajas
Es cierto que no todo es perfecto y que algunos job hoppers no están precisamente motivados por escalar en su carrera profesional, simplemente brincan de un lugar a otro sin rumbo fijo o meta definida. Este perfil representa un riesgo para las empresas, pues no es remunerable invertir tiempo, dinero y recursos en una persona que pronto dejará la organización y que no tiene la intención de aprender ni aportar.
Por otro lado, los saltos constantes de trabajo no permiten desarrollar un historial de resultados o habilidades que sean valorados por nuestros futuros empleadores, o que nos permitan demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de lograr una transformación, así que si decides ser Job Hopper recuerda perseguir logros reales.
Es fundamental poner tu carrera en primer lugar. Incluso si sientes un fuerte sentido de lealtad hacia tu empresa y compañeros de trabajo, estás en tu derecho de irte a otro trabajo si es mejor para ti. Ten en cuenta que un buen empleador te mantendrá avanzando, por lo que si no te sientes desafiado y no hay espacio para crecer, probablemente sea hora de buscar en otro lado. Sin embargo, antes de aceptar un puesto en otra empresa, asegúrate de que tu elección no esté simplemente motivada por el dinero: aún necesitas disfrutar de tu trabajo, por lo que es mejor asegurarse de estar expuesto a una serie de nuevos desafíos si quieres cambiar de trabajo.
*Fuente: Querido Dinero, Universina Net.