Imagina sentar a un niño pequeño en una habitación con un plato de malvaviscos. Un bombón en un lado del plato y dos en el otro lado. Junto al niño hay una campana. Se le pregunta al niño si prefiere uno o dos, a lo que la mayoría evidentemente responde que “dos”.

Entonces, el adulto dice: “Vamos a jugar de esta manera. Yo voy a irme de la habitación. Mientras estoy ausente, si puedes esperar a que regrese, entonces recibirás dos malvaviscos. Si no deseas esperar, me puedes hacer volver de inmediato sonando la campana, pero entonces sólo recibirás un bombón en lugar de dos.”

Este es el experimento que el psicólogo Walter Mischel de Columbia University condujo a finales de los 60 con niños de cuatro años de edad en la University of Stanford’s Bing Nursery School. Es llamado “The marshmallow test” (prueba del marshmallow). 

En ese momento Mischel estaba intentando averiguar si los niños podían esperar más tiempo para obtener una recompensa mayor. Aunque la prueba del marshmallow no puede predecir el futuro, un mayor autocontrol como niño significó más éxito como adulto.

Al ser capaces de postergar la gratificación instantánea, somos capaces de decidir con la cabeza fría, qué es mejor para nosotros. De otra forma, nos comportamos como los ratoncitos del flautista de Hamelin, que nos vamos detrás de lo primero que nos ofrezcan, sin reflexionar qué consecuencias acarrea.

Ahora bien, esta capacidad de postergar la gratificación instantánea, no es algo fijo. Se nace con ello, pero también se puede aprender. Se ha podido convertir a niños de “poco resistentes” a “muy resistentes” a la tentación, al enseñarles estrategias de autocontrol.

Y en efecto, durante el transcurso de los experimentos, los científicos vieron que algunos participantes pasaban de ser niños “poco resistentes”, a adultos muy resistentes a la gratificación instantánea, los cuales comenzaban a experimentar los mismos resultados positivos en sus vidas, que quienes habían partido desde niños siendo así.

En conclusión, este test permite probar nuestra capacidad de preferir retrasar una recompensa para que sea más grande. En otras palabras, se trata de mostrar autocontrol para aceptar un pequeño sacrificio en el momento presente con el fin de adoptar una visión a largo plazo y recibir beneficios futuros. ¡Lo mismo pasa con la capacidad para el ahorro! 

*Fuente: Psico MX, Padres e hijos, Understood Org.