Con el paso de los años vamos descubriendo varias etapas de transición por la que pasamos y que nos caracterizan de determinada manera. Nos enfocamos en diferentes cosas, vemos la vida desde otras perspectivas y nuestras prioridades cambian.

Desde el momento que comenzamos a estudiar y elegimos el rumbo que queremos que tome nuestra vida profesional, nos vamos preparando para comenzar a desarrollarnos a otro nivel.

Cuando empiezas a trabajar tus objetivos se ven encaminados a solventar tus gastos y adentrarte poco a poco en tu vida profesional, no obstante, las prioridades no son las mismos a los de una persona que ya tiene más de 20 años trabajando.

Las responsabilidades en cada una de las etapas de nuestra vida son diferentes y por ende nuestras prioridades también cambian. En mi caso, por ejemplo, no concibo trabajar y no darle el bienestar que mi hijo se merece, pero estoy segura que muchas personas que no tienen hijos fijan sus prioridades de diferente manera. Independientemente de nuestras prioridades de vida y el estilo de vida que llevemos, el trabajo que realizamos también debe ir encaminado a forjar nuestro futuro para el retiro, por eso es que con la llegada de nuestro aguinaldo también debemos considerar seguir sumando para nuestro retiro.

 ¿Qué te parece si en lugar de comprar un pantalón que quizá no necesitas, ese dinero lo aportas a la cantidad destinada para tu retiro? ¡Sí! Con el aguinaldo también debemos evitar las compras por impulso de cosas que realmente no necesitamos para invertirlo en algo que te dará mayor satisfacción en un futuro.

Sé que representa un verdadero reto pero con ayuda de nosotros ten la seguridad de que lo haremos más llevadero.  Y recuerda, ¡el aguinaldo no es para gastar en compras ni para pagar deudas!

Ana Ceci Fitz

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