El coronavirus es un fenómeno de salud que tiene un impacto económico importante, donde claramente los mercados nacionales están muy sensibles a la evolución epidemiológica. Mientras Italia y China tomaron medidas drásticas, parece que nosotros nos estamos confiando un poco.

En México ya nos encontramos en una severa crisis económica; sus manifestaciones son el desplome de precios del petróleo, la caída en la actividad económica en 2019 y 2020, y el alza en la cotización del dólar.

Además de lo anterior, el Banco de México y la Secretaría de Hacienda anunciaron subastas cambiarias por 2.000 millones de dólares para lograr la estabilización de la moneda. La crisis global ante la pandemia va a tener un efecto en las cadenas de suministro de insumos de las que México forma parte.

Ya que el coronavirus es un problema público, los sistemas de salud están colapsando enormemente. Desabasto y falta de personal, son tan sólo algunos de los pormenores que ha traído el coronavirus a no sólo a México sino al mundo.

La economía iniciará de nuevo una senda recuperación en el cuatro trimestre del año y primer trimestre del 2021. De cara al futuro México está bien posicionado gracias a la ratificación del T-MEC y por el posible traslado de cadenas de producción de China a México en los próximos años.

También hay que tomar en cuenta las contracciones de producción en China, lo cual limita el suministro de productos a todo el mundo. Otro motivo es la falta de medidas de salud eficaces y recursos suficientes destinados por cada país para contener y combatir al COVID-19, lo que repercutirá en la economía interna y global, debido a la incertidumbre que genera el brote, como es el caso de México.

Aunque el panorama se vea nublado por las condiciones epidemiológicas, lo que menos debemos hacer es perder la fe.

David Fitz.

*Fuente: El economista, El financiero, El país.