Seamos sinceras, ante los ojos de la mayoría, una mujer empoderada es aquella que tiene finanzas sanas y sabe que puede estar tranquila ante cualquier eventualidad, pues su cartera está preparada. Pero, a mi parecer, este concepto es un tanto limitado porque enfoca la idea exclusivamente a finanzas, cuando en realidad debería estar más enfocada a la realización de las metas y la proyección de éstas. 

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en nuestro país tres de cada cinco pequeñas o medianas empresas son comandadas por mujeres; y afortunadamente ese número va en incremento, por lo que es necesario que cada vez más mujeres empiecen a tomar cartas en el asunto en sus finanzas personales, para así tener un crecimiento tanto personal como profesional.

Asuntos particulares, que tienen que ver exclusivamente con nuestro género. Por ejemplo: la llegada de un hijo, un embarazo, desempleo o algún imprevisto son momentos en los que se necesitan fuertes cantidades de dinero para respaldarse y, como los tiempos cambian y también la ideología, la mujer verdaderamente empoderada no necesariamente depende de alguien más para tener una cartera sana.

Hablar de la mujer y el ahorro es obligatoriamente hablar también de las necesidades, particularidades y condiciones de nosotras. Las finanzas personales son exactamente eso, “personales”, no existen fórmulas mágicas y, lo que le sirve a una podría no funcionarle a otra.

El ahorro de la mujer debe estar enfocado en el futuro, en gran parte de esto depende la independencia financiera y gracias a la planeación aquella se pondrá en riesgo la menor cantidad de veces. 

Así que este es uno de los mejores consejos que en temas de ahorro casi nadie te va a decir: interésate en tu futuro, pide informes y toma decisiones que te beneficiarán a largo plazo. El mejor consejo que podemos darte es que ya no basta con que ahorres, procura también invertir tu dinero.

-Ana Ceci Fitz